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Odoo - Prueba 1 a tres columnas

La cultura de la cancelación

agosto 6, 2022

 

 

La cultura de la cancelación o cancel culture es un fenómeno que consiste en retirar el apoyo o “cancelar” a una persona porque dijo o hizo algo ofensivo o cuestionable para determinado grupo de personas. De hecho, son muchos ya los famosos que han perdido el trabajo o han dejado de ser contratados precisamente porque la sociedad los ha acusado de algo recriminable: J.K Rowling, Jhonny Depp, Justin Timberlake, Ellen Degeneres, Mat Damon, Lea Michele y un sinfín más de nombres…


Ahora bien… ¿hacia dónde nos lleva cancelar a las personas? ¿Cuáles son los límites? ¿Quién decide qué es cancelable y qué no? ¿Nos enriquece de algún modo este fenómeno? ¿Qué dice este movimiento sobre nuestra capacidad para dialogar con el que piensa distinto


¿Por qué cancelar?


Hoy en día, pareciera que la sociedad se siente vulnerada con ciertas palabras. Todo lo que se percibe como violencia debe cancelarse y ya. Pero… ¿por qué sucede esto? ¿Tienen los medios de comunicación algo que ver?


En la mayoría de las ocasiones, estos debates argumentativos y reflexivos se dan en el ámbito de las redes sociales. Estamos inmersos en una sociedad que, de algún modo, nos exige posicionarnos de un lado o del otro. Basta con ingresar a Twitter para encontrarnos con disputas ideológicas que todo lo separan entre bueno y malo. Frente a esto, podemos preguntarnos: ¿son las redes sociales el ámbito más propicio para conversar estos temas?, ¿fomentan, de alguna manera, el diálogo y la escucha?


Necesitamos aprender a dialogar con el que piensa distinto. Si no somos capaces de contrastar nuestras ideas con otros, nos estaremos encerrando en una burbuja ideológica que poco y nada nos enriquece. Estaremos diciendo: “hay una única verdad y es la mía. No hay nada que puedas enseñarme”. 


¿Qué es la verdad?


Hoy escuchamos, muchas veces en voz de los adolescentes, que lo que sentimos es una verdad. Y aquí podríamos decir: ¡claro que los sentimientos son válidos! Pero, ¿determinan la realidad? ¿siempre son verdaderos? 


En este sentido, entran en juego 3 conceptos: la posverdad, la ultraverdad y la verdad realista. ¿En qué consiste cada uno?


La posverdad

Es la negación de la idea clásica de verdad (es decir, la idea de verdad como adecuación entre la inteligencia y la realidad). Según esta visión, es imposible conocer las cosas en sí mismas. Solo hay puntos de vista, opiniones. Lo que se considera verdadero, en realidad no es otra cosa que una construcción, o la naturalización de ciertas opiniones, por lo general impuesta por los poderosos que se verán beneficiados por ellas.



Una crítica a la posverdad…

Se puede decir que, si bien es cierto que algunas verdades son subjetivas, es decir, que dependen de nuestros pensamientos o de nuestros deseos, no se puede decir que todas lo sean. Hay verdades independientes de nuestros deseos o pensamientos. Hay hechos que no dependen de la opinión. 


Además, la fatal contradicción en la que incurre la posverdad es que afirma que la verdad no existe, y al hacerlo afirma, paradójicamente, como una verdad absoluta.


La ultraverdad

Si la posverdad sostiene que todo es relativo, que no hay ninguna verdad absoluta; la ultraverdad, por el contrario, sostiene que absolutamente toda verdad es universal y objetiva y que no hay ninguna verdad que sea cultural o personal o relativa. 


Una crítica a la ultraverdad…


Si para la posverdad todo es cultural (inclusive lo natural), para la ultraverdad toda verdad es natural (aun las verdades personales o culturales) y universaliza cosas que no son universales. Deja de lado todo aspecto singular y cultural. Esto lleva, por consiguiente, a un etnocentrismo y a un culturocentrismo. 


La verdad realista


El realismo filosófico afirma que hay verdades objetivas y nuestra inteligencia es capaz de conocerlas. La verdad, para el realismo, es la adecuación de la inteligencia a la realidad. Hay orden y racionalidad en el mundo y este orden puede ser descubierto por nuestra inteligencia.


Sin embargo, nuestra inteligencia no puede abarcar la totalidad de la realidad, porque esta es inmensamente rica, vasta y polifacética. Hay orden pero también hay misterio. La realidad supera nuestra capacidad limitada de conocer.


Por eso, el realismo filosófico implica una actitud de confianza y humildad. Confianza en nuestra inteligencia, en nuestra capacidad de conocimiento. Y humildad porque nuestras capacidades son limitadas, no podemos abarcarlo todo y también podemos equivocarnos. 


Entonces…


Como educadores -docentes o padres- tenemos el deber de potenciar en nuestros hijos y estudiantes el pensamiento crítico y reflexivo. Desde nuestro rol, podemos ayudarlos a reflexionar en torno a la cultura de la cancelación y advertirlos sobre sus peligros. 

Podemos, también, enseñarles acerca de las fake news e incluso sobre los conceptos de posverdad, ultraverdad y verdad, para que ellos mismos sean capaces de ser usuarios digitales inteligentes, que no se dejan llevar por lo que afirman las grandes masas y que buscan, en cambio, fomentar el diálogo, la escucha y la empatía.