Blog

Odoo - Prueba 1 a tres columnas

Las tutorías más allá de la escuela 

junio 10, 2022

Por María José Senosiain 


Es mi intención en estas líneas invitar al lector a hacer una pausa y demorar la mirada sobre un rol que durante los últimos dos años volvió a estar en el centro de la escena: el tutor. Que la pandemia nos llevó a repensar la escuela y todas sus dinámicas es algo que hoy, a dos años de aquel shock, no entra en discusión. Sin embargo, el después del shock sigue dando que hablar.


Debido a que en diferentes regiones el término tutor se asocia a varios roles y/o conjunto de tareas dentro de una institución educativa, es necesaria una aclaración conceptual: considero tutor a preceptores, bedeles, encargados de curso, ‘padrinos’ de curso… entre otros.

El elemento común de esos roles es el de tener como foco de su tarea pedagógica al grupo de estudiantes, ya sea en su conjunto como de forma particular. Y ese detalle de considerar a todos y a cada uno en su singularidad, hizo que las tutorías adquirieran otro nivel de complejidad durante los últimos dos años.


Al cerrar sus puertas en 2020, la escuela debió repensar (y en muchos casos crear) nuevas redes para contener y acompañar a los estudiantes y sus familias. En ese contexto, quien supiera algo de la particularidad del estudiante y su familia, se volvió nexo entre la escuela y ese hogar.

En aquellas instituciones que contaban con el rol de preceptor o bedel, el acompañamiento a estudiantes adquirió nuevas tareas, y por ende, nuevos sentidos. Ingresar y permanecer en una clase, con un rol activo y de apoyo al docente, fue algo nuevo para este rol. En algunas ocasiones, mientras el docente daba su clase por videollamada, el preceptor gestionaba ingresos al Zoom, conversaba en paralelo con los ausentes por razones de conectividad, o con sus padres, mientras registraba datos e informaciones para luego redireccionar lo proyectado para esa semana. También hubo ocasiones en las que fueron los tutores quienes facilitaron a los docentes ideas, recursos e información para adaptar sus clases a la realidad de cada estudiante.


Cabe aclarar que desempeñar ese papel demanda perfiles muy singulares; pues no basta con tener empatía con los estudiantes. En ese sentido, los últimos dos años dejaron ver la necesidad de apoyar a los tutores en su trabajo, y a la vez visibilizar la centralidad pedagógica de su rol: sabido es por todos que los contenidos curriculares no bastan para la formación integral de los estudiantes, y que es la vida en comunidad, el día a día con otros lo que forja actitudes y estilos de vinculación. 


Cuidar de la forma en que transcurre el día a día de nuestros jóvenes, es cuidar la forma en que su personalidad se va moldeando.


Y es allí, en el día a día, en los pequeños/grandes gestos de lo cotidiano es donde tiene lugar la mirada y cuidado del tutor, quien se enraiza en el mismo suelo del estudiante para comprender sus orígenes, mientras acompaña a distancia prudencial su creciemiento, guía sus ramas a la vez que mantiene su mirada atenta al contexto, para anticiparse a los desafíos que deberá sortear el estudiante y florecer en su totalidad.


Que una institución educativa cuente con ese perfil de apoyo, acompañamiento y cuidado del estudiante, su familia y grupo de compañeros; es un recurso de valor inigualable para la comunidad educativa. Ojala la presencialidad sea la oportunidad para enriquecer y fortalecer al tutor, para aprovechar su enorme potencial y visibilizar su importancia.