La importancia de la Formación Continua

noviembre 18, 2022

 

Por Josefina Arrghi y Marisol Mañá*

    La renovación pedagógica forma parte de la función docente para favorecer la mejora continua de los procesos de enseñanza y aprendizaje en los distintos niveles y etapas educativas. Hoy en día, es un desafío, pues el docente tiene que tener las herramientas para manejar y solucionar lo que se le presenta en el aula.

    Es evidente que la sociedad está en continua transformación. El mundo se está enfrentando a nuevas reformas sociales y económicas tras una pandemia que acrecentó brechas y un orden mundial que se reconfigura. No son hechos aislados. Se están profundizando los procesos tecnológicos y se multiplican los nuevos trabajos que emergen en un contexto complejo y globalizado.

    La formación continua es urgente y parte de la necesidad de responder a estas nuevas realidades. La escuela no está pudiendo cumplir con sus fines y objetivos básicos. Los datos y las cifras alarmantes nos lo muestran claramente. Tenemos abandono, sobreedad, repitencia y muy pocos aprendizajes significativos. Necesitamos crear ambientes de aprendizaje que atiendan  a los alumnos y los preparen para insertarse en el mundo que les toque vivir. Es importante la adecuación de la educación a esta nueva  realidad que estamos viviendo y por eso la reflexión sobre la tarea pedagógica debe ser continua. Se dice que la formación permanente es un derecho, pero también una obligación de todo docente que quiera hacer su tarea de modo responsable.

    La capacitación busca plantearse permanentemente qué es lo que hacemos cada día para que nuestros alumnos aprendan de manera integral y desarrollen su persona, logrando aprendizajes significativos de calidad. Apuntamos a la profesionalización docente, la clarificación de roles y funciones, la generación de comunidad que  permita que se trabaje de un modo más eficaz. Se busca mantener viva la vocación, renovando el compromiso,  la actitud de entrega, el entusiasmo sus conocimientos, sus capacidades o conductas del docente y de todos los  equipos de trabajo.

    La formación permanente debe ser concreta, de tal forma que permita modificar conductas que bajen a la acción en el aula. Necesitamos identificar desafíos y oportunidades y pensar juntos soluciones concretas. Fomentar el intercambio y el diálogo entre colegas, compartir experiencias, reflexionar y favorecer acuerdos, de manera compartida. Con una formación seria de calidad, el docente se renueva y siente que lo que hace tiene valor. 

    Una formación sostenida, no debe considerarse un gasto sino una inversión. Necesitamos pensar de modo estratégico, definiendo claramente objetivos a corto, mediano y largo plazo. No podemos encarar la formación de manera esporádica y aislada sin un rumbo claro. Necesitamos entender que necesita ser continua, y para ello es importante que la formación permanente se convierta en un hábito, en una necesidad, repensando el sentido último de la formación, sin poner el foco solamente en la certificación o el puntaje, sino que realmente sea algo que cambie nuestra labor.

    La educación es un proceso que dura toda la vida. Cada día descubrimos algo nuevo y la curiosidad por aprender debe mantenerse viva siempre.  Ya no es suficiente que se haya concluido la formación formal,  sino que es necesario actualizarse. El aprendizaje es una característica inherente humana que implica que el ser humano pueda aprender durante todo el camino. La formación continua se ha convertido en un objetivo inaplazable. La invitación es a tomar la decisión y a asumir nuestra responsabilidad.