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Cómo pasar de la evaluación tradicional a la formativa

mayo 8, 2023

Te compartimos 10 consejos para pasar de la evaluación tradicional a la formativa.


Por María José Senosiain


Odoo • Texto e imagen
1. Identificar los procesos, temas, habilidades, etc. que presentan más dificultades de ser aprendidos.

Hace unos meses, cuando comenzaba el año escolar, tuvo lugar la consabida reunión de docentes. Además de “ponernos al día” luego de los meses de verano, las conversaciones volvieron a ir hacia horizontes menos novedosos y más conocidos. “¿Cómo hacemos con los que no acreditaron en diciembre? ¿y con los que la tienen previa?” fueron algunos de los interrogantes que de a poco, nos llevaban a debates ya transitados.

2. Revisar las maneras que hasta ahora se enseña y se propone al estudiante que aprenda. ¿Ello se ve tal cuál en los criterios e instrumentos de evaluación?

Tal como ocurre en la vida fuera de la escuela, la realidad del mundo escolar no cambia de un día para el otro, ni de un ciclo para el otro. Si bien venimos sosteniendo conversaciones hace bastante tiempo, para algunas instituciones los cambios empiezan a ver la luz. En otras en cambio, aún la transformación de los procesos de enseñanza y aprendizaje presentan vestigios de lo originario: las formas de acompañar al estudiante y la manera de valorar sus procesos es una y la misma para todos, las estrategias y criterios para enseñar se sostienen porque “salió bien el año pasado”, y así, la evaluación y acreditación se mantiene… a pesar de los que no acreditaron, no pasaron, no pudieron, no alcanzaron.

3. Acordar cuál es el foco y objetivo de nuestra propuesta de aprendizaje ¿Qué es lo que queremos potenciar en el estudiante?

Entonces la constante en los métodos y maneras lleva a la constancia de problemas y resultados. La evolución de la evaluación no escapa a la crítica que recibe hoy la escuela. Hallamos en el centro del debate educativo la pregunta por la evaluación y todas las contradicciones que los procesos de cambio implican: ¿cómo volvemos prioridad el desarrollo del potencial de aprendizaje en un sistema pensado para la valoración del contenido?

4. Enunciar (aunque sea en borrador) las situaciones que nos permitirán ver qué ese potencial está siendo trabajado.

En otros términos, ¿cómo pasamos de la valoración tradicional de los aprendizajes a la valoración del potencial de aprendizaje? El pasar del ¿cuánto sabe de …?  Al ¿Qué puede hacer con lo que aprendió?, encierra el pasaje de la evaluación tradicional a la evaluación formativa.


5. Identificar qué tipo de información nos están brindando los instrumentos hasta ahora empleados para evaluar. ¿Es de tipo clasificatorio o explicativo de la situación de aprendizaje?

Entendemos a la evaluación tradicional como la instancia en que se miden los resultados de un estudiante respecto de lo trabajado hasta ese momento. Ya sea escrita u oral, individual o grupal, la evaluación tradicional tiene su símbolo más claro en la calificación que determina si aprobó (es decir, el estudiante sabe lo esperado para ese momento) o no aprobó (no sabe lo esperado). Así, la evaluación tradicional le dice al alumno (y a su familia) en dónde está, en qué posición se halla respecto de su grupo y lo estipulado por parte del docente y su programa.

6. Retornar lo acordados en el punto 3 ¿cómo vamos en el logro de ello?

Es decir, más allá de saber “dónde está parado”, la evaluación tradicional, no le dice al estudiante cómo salir o mejorar su posición, mucho menos le brinda información sobre lo que puede o no lograr con lo que aprendió.

7. ¿Qué cambios podemos hacer para que trabajemos en lograr lo acordado?

Al pasar a una evaluación formativa, la propuesta es conocer qué le es posible a ese estudiante en ese momento y qué cosas puede cambiar para seguir avanzando. Es decir, se presta atención al ¿cómo hacer para…?, a los procesos. Tomando los “resultados” como un estadio en su proceso de aprendizaje.

8. Socializar esas preguntas y reflexiones con los colega de curso y ver qué ideas surgen.

Pasar de un tipo de evaluación a otro implica nada más y nada menos que replantearnos (como docentes, directivos, padres… como educadores) ¿para qué enseñamos lo que enseñamos? Y ¿cómo ello le permite al estudiante desarrollar su potencial?

9. Animarse a rediseñar, revisar, retomar, reconversar lo que sea necesario para trabajar sobre el potencial de aprendizaje del estudiante.

Hacer de la evaluación una instancia al servicio del aprendizaje, conlleva asumir la naturaleza diferenciada en que tienen lugar los aprendizajes en cada persona: los tiempos y maneras que los posibilitan, los intereses y objetivos que los motivan, las realidades y situaciones que los contextualizan, etc. Y, a partir de esa legitimación de la diferencia, hallar las fortalezas y debilidades del grupo de estudiantes, para desde allí pensar las estrategias didácticas que emplearemos para favorecer más y mejores aprendizajes en las áreas que se necesiten.

10. Escribe las ideas, reflexiones y sensaciones que la experiencia dejó en vos y tus estudiantes. ¿Qué es necesario cambiar? Vuelve al punto 1.

Si la lectura del artículo te trajo hasta este párrafo, seguro pienses: entonces ¿cómo pasamos de la evaluación tradicional a la formativa? Te invito a que vuelvas al comienzo y repares en las anotaciones que hay en las diversas cajitas.