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Odoo - Prueba 1 a tres columnas

El vínculo como motor de aprendizajes 

 febrero 3, 2022

 

Cuando se logra el vínculo entre el profesor y el alumno, lo demás transcurre con tranquilidad y los chicos están preparados para aprender cualquier contenido.


La historia de Patricio Triñanes Barrientos se hizo conocida por el premio “Docentes que inspiran” cuya primera edición se llevó a cabo en el año 2021. Es profesor de física y tiene a su cargo el Taller de Programación y Robótica en una escuela del sur argentino. Fue reconocido por impulsar la implementación de nuevas tecnologías, clases experimentales y por el vínculo que crea y sostiene con sus estudiantes.

Estuvimos conversando con él sobre su vocación, sobre los desafíos que encontró a lo largo de su práctica y los logros que pudo experimentar. Esto nos decía:


1. En tu historia como docente, comentas que te diste cuenta que a tus alumnos no les interesaba demasiado la materia y que hasta a vos mismo te sucedía. ¿Cómo te hizo sentir? ¿Cómo fue el proceso de aceptar la necesidad de renovar tus clases? 

Cuando comencé a dar clases de Física, venía con la absurda idea de que, por el hecho de tener título de Ingeniero, estaba habilitado para dar clases de Matemática, Física y Química. Apenas comencé me di cuenta de que tenía graves problemas para manejar grupos, me costaba dar clases en medio del bullicio y muy pocas veces podía lograr un ambiente de aprendizaje. Mi primera reacción fue suponer que a los chicos no les interesaba aprender, pero luego observaba a los mismos alumnos comportarse, con otro colega docente, de forma absolutamente opuesta a lo que hacían en mis clases; fue en esos momentos en que me di cuenta de que la responsabilidad era esencialmente mía y que nunca podría transmitir entusiasmo por mi espacio si yo mismo no lo sentía para mis clases.

La solución no fue inmediata, fue un largo proceso en el que tuve que identificar mis falencias, aceptarlas y trabajarlas con la ayuda de colegas más experimentados y recurriendo a la formación permanente, sobre todo en pedagogía, totalmente ausente en mi formación como ingeniero.

A lo largo de los años (llevo 23 en este camino) los cambios han ido apareciendo, no bruscamente sino lentamente y eso me ha permitido probar diferentes metodologías, quedarme con algunas y desestimar otras en función de los resultados obtenidos, pero a medida que pasaron los años, la forma de presentarme ante mis alumnos fue cambiando y fui ganando seguridad y disfrutando cada vez más de mis encuentros en clases.

Ahora, mirando en retrospectiva, me doy cuenta de que las clases se vuelven más interesantes y entretenidas cuando cedo el protagonismo a mis alumnos y son ellos quienes pueden llevar adelante una clase asistiendo yo en segundo plano.


2. Una vez inmerso en esta renovación de la materia, optaste por una pedagogía que tenga en el centro al alumno: partiste de sus intereses. ¿Por qué y cómo lo hiciste? 

Creo que el vínculo es fundamental para que exista el aprendizaje. No me refiero a un vínculo de amistad, sino a un vínculo en el que prime la confianza y el respeto. Ellos deben estar convencidos de que yo solo quiero contribuir a que puedan aprender cosas interesantes y desarrollar sus potencialidades y yo debo estar convencido de que si vienen a mis clases es porque quieren aprender y están dispuestos a trabajar, solo de esa manera yo puedo poner toda mi energía en una clase.

Cuando recibo un grupo nuevo (en primer año) utilizo generalmente los primeros meses de clases para formar este vínculo en el que yo podré conocer su dinámica grupal y ello podrán conocer como soy yo, pero es importante no explicitarlo, debe suceder y fluir a medida que transcurren los encuentros. Cuando se logra el vínculo, lo demás transcurre con tranquilidad y, en líneas generales, los chicos están preparados para aprender cualquier contenido.


3. Dices que para aquellos a quienes no les gusta la materia o los experimentos que propones tienes que encontrar la manera de volverlo interesante. ¿Cómo lo trabajas?

No puedo pretender que a todos mis alumnos les guste la Física o todos los temas de Física que trabajamos en el año, pero tengo claro que mi función, aparte de enseñar una disciplina, es trabajar en sus potencialidades, que las descubran, las identifiquen y las mejoren. Para ellos tenemos un segmento en clases llamado “Yo soy bueno para…”  (no está permitido decir “a mí me gusta…”); la idea es que para aquellos que están interesados, puedan dar una pequeña clase a sus compañeros sobre algún tema que los apasione, aunque no tenga que ver directamente con el currículo que estamos trabajando en ese momento. 

De esta manera tuvimos alumnos que dieron excelentes clases de técnicas de dibujo, origami, animación para presentaciones, funcionamiento de motores de dos tiempos y cuatro tiempos, por poner algunos ejemplos. Mi trabajo es que entiendan de que todo lo que se animan a hacer contribuye a desarrollar alguna potencialidad que a la larga también la trabajamos en Física (aunque a ellos no se los explico en estos términos). Luego de que se animan a esta actividad, cambia la forma en que ellos se perciben a sí mismos y la forma en que sus compañeros los ven.


4. Para darle esa otra perspectiva a tu práctica docente elegiste poner énfasis en la experiencia. ¿Cómo lograste combinar la planificación curricular preestablecida con la elaboración permanente de entornos creativos? ¿Trabajas el desarrollo de competencia con los chicos? ¿Cómo?

La planificación escolar suele estar formada por títulos de conceptos que deben trabajarse en cada espacio curricular, lo cual nos deja a los docentes una buena cantidad de grados de libertad para elegir cual es el mejor camino para que puedan trabajar tal o cual contenido. 

Por ejemplo, si tengo que explicar lo que son las escalas de temperatura, puedo hacerlo desde las definiciones y los cálculos para expresar una temperatura en diferentes escalas o puedo enseñarles a construir un termómetro casero haciendo hincapié en los fenómenos físicos que fundamentan el funcionamiento del mismo o puedo contextualizar la necesidad de contar con escalas de temperatura y ayudarlos a que descubran las maneras de inventarlas. La decisión es del docente y el camino elegido dependerá de las características del grupo de alumnos y la comodidad y seguridad del docente.


5. Así como modificaste la manera de dar las clases y enseñar el contenido, ¿hiciste alguna modificación en la materia a la hora de evaluar? 

La evaluación fue un tema que durante mucho tiempo me produjo angustia. No me sentía cómodo en el papel de juez que decide quien aprueba y quien no así que desde hace como 12 años implemento un sistema de evaluación y calificación que me sacó ese peso de encima y ha sido aceptado totalmente por mis alumnos.

La idea es que la calificación (en todo momento del año) sea producto del trabajo realizado y no de la decisión subjetiva del docente por eso implementé un sistema de puntajes en el que todas las actividades que realizamos en clases (trabajos pequeños, experimentos, presentaciones, evaluaciones escritas) se califican con puntajes que dependen de la complejidad de la tarea (una actividad pequeña no recibe el mismo puntaje que un experimento, por ejemplo). Las actividades puedo proponerlas yo o pueden proponerlas los alumnos, de acuerdo con sus necesidades. Si alguna actividad debe corregirse se le asigna menos puntaje, pero lo completa al ser corregida. La calificación obtenida en cada momento del año depende directamente del porcentaje de puntos acumulados respecto del total.

A lo largo de los años puedo observar una gran aceptación de esta metodología porque pueden conocer su estado de calificación en cualquier momento y llevar un control sobre el mismo sin que yo deba tomar ninguna decisión al respecto.


6. La vida docente es exigente, ¿Cómo sueles organizar tu tiempo para llevar adelante todas las actividades que haces?

Afortunadamente tengo varias actividades que me apasionan aparte de la docencia. Me gusta estudiar, me gusta mucho el cine, andar en bicicleta, viajar en familia, salir en moto con amigos o con Graciela (mi esposa), jugar al padel los fines de semana y cada tanto juntarnos a comer un asadito…en fin…no sé si podría precisar cantidad de horas dedicadas a la planificación ya que mis clases no están totalmente planificadas porque siempre dejo un lugarcito a la improvisación. A medida que pasan los años uno se va plantando de forma diferente ante un curso, con mayor seguridad para la gestión de los tiempos en el aula y eso no requiere mucha planificación, forma parte del oficio docente que se adquiere con la experiencia y no se puede transferir.


Queda claro que sin disfrutar de lo que se hace y sin conocer a los estudiantes, es imposible ser un buen docente. Así como una clase no puede planificarse sin saber el grado de conocimiento que tienen los estudiantes acerca de un tema, tampoco se pueden lograr aprendizajes significativos sin saber en qué contextos viven, cuáles son sus preferencias o talentos. 

Por eso mismo, ser docente requiere de una alta formación en la disciplina que se va a enseñar, pero sobre todo implica un corazón entregado. Un corazón como el de Patricio que como tantos otros educadores, se dedica a potenciar vidas acompañando a otros a que descubran para qué son buenos y cómo pueden ser mejores. Ser educador es un trabajo de tiempo completo para valientes. No termina cuando finaliza una clase, sino que continúa toda la vida.